Sin paredes y con las sillas muy juntas: así es la oficina científicamente perfecta
A raíz de casos de éxito como las oficinas de Pixar o Google, la tendencia ahora es sentar juntos a los empleados para potenciar la comunicación y, con ella, la creatividad, el compañerismo y la eficiencia. A pesar de las evidentes ventajas, los detractores acusan la falta de privacidad y las distracciones. Además, muchos siguen asociando las habitaciones cerradas con un símbolo de estatus en la empresa, como sucede con los despachos.
Un estudio de Cornerstone OnDemand y la Escuela de Negocios de Harvard confirma los efectos positivos que conllevan las oficinas colaborativas: aumenta la calidad del trabajo, la eficacia y la productividad. Los trabajadores, cuanto más juntos, mejor.
Pero los expertos señalan que no todo vale y marcan la ruta: la clave se encuentra en qué tipo de compañero tiene cada trabajador a su lado. Elegir sitio el primer día en la oficina es más importante de lo que parece a simple vista. Los autores de la investigación, que han estudiado a más de 2.000 trabajadores de una empresa de tecnología (cuyo nombre no ha sido revelado), aseguran que la influencia de los compañeros también puede ser negativa. Los trabajadores “tóxicos”, aquellos que no cumplen con las normas de la compañía, empeoran el rendimiento de los demás.
Para construir una oficina abierta y eficiente, el truco radica en clasificar a los trabajadores. Los investigadores diferencian dos grupos: los empleados de rendimiento elevado que producen trabajo a gran velocidad y los de ritmo más lento, que siguen un proceso más pausado pero obtienen resultados de mayor calidad. Para que la influencia que cada persona despierta en la otra sea siempre positiva, se deben mezclar las dos personalidades.
La idea es sencilla: las personas productivas incrementan el ritmo del trabajador sosegado sin mermar la calidad de su labor. En el mismo sentido, los más tranquilos provocan que los apresurados se lo tomen con más calma para mejorar el resultado. La cercanía aumenta las probabilidades de compartir ideas y dudas y la combinación de las diferentes identidades incrementa el rendimiento.
Habrá quienes no se vean representados en ninguno de los dos grupos porque compensan velocidad y calidad. Lo ideal para ellos es sentarse juntos para no recibir influencias que les desequilibren. Colocando cerca al tipo correcto de empleados, las observaciones demuestran que se aumenta hasta un 15% el rendimiento.
“Hasta ahora, se ha explorado muy poco cómo afecta en la productividad la ubicación física de un empleado y la cercanía con los demás”, señala Dylan Minor, profesor asistente en la Escuela de Negocios de Harvard. “Estos resultados sugieren que las empresas pueden desarrollar un marco para aumentar el rendimiento simplemente a través de la ubicación de los empleados”.
Lo cierto es que toda persona tiene un “efecto colateral”, término que aporta el estudio. El impacto entre las personas se mantiene incluso cuando una deja la empresa: su influencia se hace notar durante un mes entero.
Además, las distancias cuentan. Los asientos no pueden estar muy alejados entre sí porque el efecto disminuye fuera de un radio de siete metros. Si se acercan las sillas más allá del estándar marcado, se incrementa la productividad en un 8%.
“Existe toda una ciencia detrás de los asientos de cada trabajador”, afirma Jason Corsello, vicepresidente de estrategia y desarrollo corporativo de Cornerstone OnDemand.
A pesar de estos beneficios, siempre quedarán las desventajas de escuchar conversaciones ajenas o ruidos mecánicos como mascar chicle, molestias que pueden causar estrés. Pero aparte de aumentar la probabilidad de compartir una idea y mejorar la productividad del compañero, las personas se sienten más conectadas cuando se sientan cerca.
La conexión con el lugar del trabajo siempre será vista favorablemente por las empresas, que además ahorran dinero con este tipo de instalaciones, que suelen ser más económicas.
"Sin paredes y con las sillas muy juntas: así es la oficina científicamente perfecta (16/08/2016). Idealista"